Aromas que duelen

Claudina
Anahí,
soltó su imaginación al viento,
y así, frágil y pura,
como todo su ser,
fue la decisión que tomó.
Hizo lo impensado.
Con su dulzura a flor de piel,
en el fresco amanecer,
hizo rodar su vieja bicicleta,
por huellas extensas,desconocidas,
para llegar a la casa de su amado.
Quería sorprenderlo,
era el día de su cumpleaños.
¡Desayunaremos juntos! se dijo.
Tomó flores frescas del jardín y partió.
Su rostro irradiaba felicidad.
Al llegar, tres golpes suaves
sonaron en la puerta.
Pero al abrirse,
los golpes pegaron duro
en su corazón de terciopelo.
Otra mujer, tal vez,
tan ingenua como ella,
preparaba el desayuno.
El hombre,
que con su melena al viento
la había enamorado,
las miraba a ambas
sin articular palabra.
Y allí, quedó
el café recién hecho,
inundando con su aroma,
toda la habitación.
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