A la maestra con cariño
Claudina
Sí, no me equivoqué. Hoy quiero tomarme este pequeño momento para dedicar estas líneas a las maestras de los adultos mayores. Un aplauso a su hidalguía, a su esfuerzo, a su tenacidad, al valor, sí, al valor porque se necesita valor y mucho amor para dedicarse a estudiar una carrera tan noble. su titulo es Licenciada en Psicopedagogía. Para nosotros, los adultos mayores, son las maestras del amor y del cariño, que nos regalan su tiempo, un espacio de sus vidas, que nos dejan entrar en su corazón, y nos acompañan a resolver los pequeños-grandes problemas de nuestras ya cansadas mentes.
¡Que esto no me sale!, ¡Qué difícil!, ¡Hoy no estoy bien!, y ante todas las quejas están ellas, sosteniendo con una sonrisa agradable esos momentos que hoy son un mundo de dificultades ante nosotros. Nosotros, que otrora no usábamos calculadora para sumar y restar, y manejábamos nuestras finanzas para llegar a fin de mes. Nosotros, los que capeamos el temporal de nuestras vidas, y aún queremos seguir luchando.
Quiero expresar mis gracias a todos los docentes de los adultos mayores, y en especial a ti, Marian. Tu tarea no es fácil, lo sé. Con pocos medios te arreglas: una tiza, un pizarrón pequeño y hasta nos das el material en fotocopias. Es incalculable esa ayuda, si tuviéramos que copiar todo, pasaríamos la hora escribiendo. Si usas el pizarrón, para unos vas lento, para otros muy rápido, no tienes otro medio, y hay que ir borrando para avanzar. Si dictas algunos no escuchamos, otros no recordamos como escribir algunas palabras, y para todos estas allí. ¡Gracias Marian! Gracias a la docente de alma que hay en ti.
Desde hace unos años tuve que empezar de nuevo en mi vida. Una nube cubrió mi cerebro y me dejó en penumbras. Gracias a ustedes, las docentes de adultos mayores, la nube se achica cada día. Hoy resuelvo distintas actividades con menos dificultad. A su lado aprendí que no todo está perdido, que siempre hay tiempo para volver a empezar.
En estas sencillas palabras quiero decir gracias a quienes soportaron mi mal humor y hasta mis lágrimas. Pero ¿saben? ¡Es tan difícil volver a empezar! Sin embargo, esta carta no termina triste, porque también tengo presente las especies de “picnic aulero”, en los que festejábamos los cumpleaños, y el Día del Jubilado. Si hoy me veo en las fotos jugando a cantar, y no me reconozco… ¡Gracias!
Posdata: Un detalle no menor, aprendí a pedir ayuda.
Noviembre 2018
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